En el post de hoy me gustaría contarte acerca de por qué no tener un estilo creativo propio te hace desperdiciar tu talento, tu tiempo, tu preciosa energía y a veces, hasta tu dinero. Por eso, si diseñas estampados, si ilustras, dibujas o pintas y te encantaría la idea de empezar a recibir encargos gracias a la manera única en que trabajas, este post te va a interesar.
UNA INTRODUCCIÓN AL PROBLEMA
Seguramente estés buscando activamente hacerte un lugar en el mercado para que la gente no solo vea tus trabajos y diga «qué bonito», sino que además te recuerden por lo que haces y piensen en ti antes que nadie cuando surge un nuevo proyecto.
Pero claro, para que eso ocurra, primero deben haber visto en ti al menos lo siguiente: o bien una habilidad técnica clarísima que te posicione por delante de los demás, o una versatilidad deslumbrante (capacidad valorada para trabajos muy concretos, con frecuencia dentro de empresas o estudios), o un estilo auténtico y diferente, una manera de crear que naturalmente te hace destacar del resto. La primera opción es más «fácil» de alcanzar, pues hoy en día hay mucho material disponible para lograrlo (cursos, tutoriales, webinars, en plataformas como Domestika, Skillshare, CreativeBug, etc) que te entrenan bien para desarrollar habilidades concretas. Para alcanzar la tercera opción, hay mucho menos material, mayormente en inglés y, lo que hay, resulta inspiracional y suele manejar conceptos muy generalistas: por eso luego no sabes cómo lograr que los consejos que te dan te funcionen. En definitiva hay muy buenas intenciones por allí afuera…pero sin método y sin una base sólida.
La realidad es que aquellas personas que admiras no diseñan, ni dibujan ni ilustran «parecido a», sino como ellas mismas. Pueden tener sus días de inseguridades, como todos, pero saben bien por qué crean, para qué y lo más importante, desde qué lugar de su sensibilidad. Es que no podrían hacerlo de otra manera. Además, ninguna de ellas crea porque sí. Conocen su propósito, su «misión» creativa y es por eso que sus trabajos trascienden, llegan lejos y enganchan.
Hoy tener tu estilo propio es como tener una lupa gigante que dirige y amplía naturalmente la atención hacia tu trabajo.
Así que salir al mercado y no tener una propuesta potente solo va a hacer que te esfuerces muchísimo en hacerte reconocible para terminar dejándote la piel, la motivación y la misma creatividad por el camino. Dicho con otras palabras, si no dedicas parte de tu formación a definir y crear tu estilo propio, es muy probable que desperdicies tu talento y tus recursos más valiosos. ¿Cómo? ¿Por qué? Te lo voy a explicar ahora para que puedas evitarlo a toda costa:
1) DESPERDICIAS TU TALENTO si nunca te has hecho el tiempo para conocer y explorar tu faceta creativa EN SERIO.
Si no lo has hecho hasta ahora, lo más seguro es que te conozcas menos de lo que deberías. Y siendo una persona con una actividad creativa, en tu caso hasta sería delito!. No te exagero. Verás:
Para tener un estilo propio es fundamental comprenderte, ser profundamente consciente de lo que ha ido moldeando tu sensibilidad creativa y entender cuáles son las técnicas perfectas para ti, para tu personalidad, las temáticas que te gustaría abordar en tus creaciones y a través de qué tipo de imágenes vas a contar lo que te hace única e irrepetible en tu hacer gráfico.
Conocer tu faceta creativa de forma consciente te va a aportar herramientas muy valiosas para expresar tu sensibilidad, filosofía y visión de forma poderosa. No hacer esto, lo más probable es que te condene a dibujar, diseñar o pintar cosas de las cuales no sabrás ni cómo ni por qué se conectan contigo. A lo mejor te entretienes un rato con tu diseño, pero te quedas con la eterna sensación de que podrías haber dicho un cúmulo de cosas más, que no has sabido volcar en el papel o en tu mesa de trabajo. Lógico: porque aún no reconoces esas cosas más que forman tu talento ni te has tomado la molestia aún de averiguar cómo expresarlas. Aquí, talento no reconocido ni trabajado, talento malgastado.
2) DESPERDICIAS TU TALENTO si en lugar de ser tú, creas pareciéndote a otro artista o diseñador que ya ha alcanzado renombre.
Es muy posible que ya haya una legión de personas emulando lo mismo, ya sea por admiración artística o… comercial. Así que te haces un favor muy, muy pequeño si sigues a ese rebaño, porque te costará el doble de esfuerzo ser recordada/o. Si como ejercicio te has propuesto trabajar pareciéndote a tu rock star para ganar práctica técnica, no habrá problema, pues es un interesante motorcillo para ir perfeccionándote. Ahora, si tu idea es seguir siempre las «olas» de estilos de diseñadores que estén de moda (o descuidas tu estilo porque trabajas mucho para empresas) y aún así eres una persona que busca su propia manera de hacer las cosas… no resistirás demasiadas olas. Más tarde o más temprano sentirás un caos creativo importante, porque en medio de tanto oleaje ajeno, tú habrás desaparecido de la costa. Ya ni sabrás dónde encontrarte. Y eso tiene un coste emocional alto, que se paga con falta de inspiración, inactividad o bloqueo, desconfianza en tu hacer y publicaciones que no expresan tu verdadera esencia. Si te olvidas de tu propio talento, él te olvidará a ti (y estará siendo justo).
3) DESPERDICIAS TU TALENTO si te matas produciendo material, subiendo trabajos continuamente, compartiendo tus creaciones en redes o en tu web y solo te llegan encargos que no deseas hacer.
Lo más probable es que te estén ocurriendo 3 cosas: A) estás mostrando un material que luce, desde el estilo, muy lejos de lo que tú quieres expresar de verdad B) la gente no está entendiendo cuál es tu propuesta de valor, es decir, no ven claro qué tienes de distinto para ofrecer y por eso te piden que hagas cosas que no se relacionan mucho contigo C) aún no has logrado el nivel técnico o de skill suficiente como para que te pidan esos encargos molones que tanto quieres. Salvo el último punto (que ya sabes que pide trabajo, práctica y más práctica), los dos primeros tienen que ver con un estilo poco o casi nada desarrollado.
Cuando creas con un estilo claro, ayudas a tu público a saber en qué pueden contar contigo. Y eso facilita que te lleguen encargos más alineados con el tipo de trabajo que quieres hacer.
Por supuesto, ocurrirá que con o sin estilo, se cruzará en tu camino algún paracaidista que te pida cosas muy raras o que tú jamás harías en la vida. La ventaja de cultivar tu estilo propio va a hacer que te lleguen menos trabajos de los indeseables. Y si sigues creando material demasiado variado, darás la sensación de que haces cualquier cosa y de que se te puede pedir cualquier cosa. Así que mejor organiza tu talento, dale forma y contenido a través de un estilo potente y luego él «pedirá» por ti los encargos que te encajen más.
4) DESPERDICIAS TU TALENTO si has gastado dinero, tiempo y energía en muchos cursos o workshops con la idea de poder crear tu propio estilo, pero: o no paras ni un minuto para integrar lo que vas aprendiendo en tu forma de trabajar, o bien la (in)formación que recibes no es lo suficientemente profunda/específica como para que puedas lograrlo.
Podrías pasarte la vida comprando formación y nunca llegarías a aprovechar bien los conocimientos, porque los acumulas pero no los relacionas contigo ni con tu talento. ¿Y sabes lo que pasa? Que tu talento se queda mucho más pequeño de lo que podría ser.
Para cultivarlo necesitas dedicar un tiempo a hacer evolucionar tu forma de trabajar. Darte espacio para reflexionar y hacer. Probar. Equivocarte. Probar otra técnica. Ver cómo lo que te han enseñado puede encajar y hacer más interesante lo que ya sabes hacer. Solo así podrás ir agregando riqueza a tu manera de crear hasta llegar a definir un estilo único que puedas llamar tuyo. Aparte está también el tema de la falta de tiempo y las prisas con las que se vive y que impiden que puedas sentarte con tranquilidad a enriquecer tu talento; por eso, si me aceptas un consejito útil, te diré que intentes hacer espacio en tu agenda y que lo mimes. De lo contrario, toda la formación, el tiempo y los recursos invertidos se quedarán en una capa superficial que te aportará muy poco a nivel creativo.
Todo esto te lo puedo contar desde mi experiencia directa ya que, desde hace 3 años ya (y contando) me especializo en acompañar a todas aquellas personas que buscan proactivamente definir su estilo y sacar el máximo partido a su talento. Lo hago a través de un curso-mentoría muy especial, llamado «OH, MY STYLE!» con el que mis alumnos crean el tiempo necesario para explorar sus facetas creativas y así poder enfocarse en desarrollar una manera de trabajar con la que sentirse verdaderamente conectados. Y no es por alardear, pero te cuento que a partir del momento en que aprendieron a «mirar a su talento a los ojos»… comenzaron a surgir encargos y colaboraciones bastante apetecibles para la mayoría de ellos. ¿Te puedes imaginar la alegría que da eso? Pues si estás en la misma búsqueda y sientes que ya no quieres desperdiciar tu tiempo y tus recursos, te invito a que conozcas OMS!. Con él te esperan todas las ventajas de tener un estilo definido y de (re)conocerte como la persona creativa y talentosa que eres.
Bueno, eso es todo por hoy. Espero que este post suculento te haya ayudado a valorar tu situación creativa para tomar las decisiones que creas más positivas para ti. Y si te gustó esta info, estaré encantada de que le des amor del bueno y lo compartas! Gracias por leer y hasta el próximo post!