Hello, designers! Hoy me gustaría compartir con todos ustedes un sitio en Madrid donde el tiempo se detiene. Un sitio que guarda y conserva, casi intacta, una tradición de oficios artísticos de más de 300 años que produce verdaderos productos de lujo. Ese lugar se llama Real Fábrica de Tapices y se ubica en lo que antaño fuera «el olivar y huerta de Atocha», es decir, la zona de extrarradio de la capital de ese entonces. Hace tiempo, hice una visita guiada por sus instalaciones, en la calle Fuenterrabía 2 y, días atrás he regresado, con la idea de compartir con ustedes mi experiencia; me encantaba la idea de que conocieran también, en un breve paseo, esta joya del mundo textil, guardada en pleno corazón madrileño.
Un poco de historia
Antes de empezar, es bueno hacer un rápido repaso por la historia de esta pieza de decoración tan especial. Según Wikipedia, los inicios del tapiz fueron paños colocados en las paredes y suelos para aislar del frío o el calor que las paredes de las estancias irradiaban en épocas de temperaturas extremas. Con el tiempo, se les empezaron a incorporar motivos decorativos hechos de materiales muy caros (oro, seda, plata), transformando a los tapices en objetos de absoluto lujo. Siglos más tarde, se diferenciarían de alfombras y tapetes por su colocación vertical.
Qué hace la Real Fábrica de Tapices
La Real Fábrica de Tapices fue fundada en 1721 y desde entonces, se dedica incansablemente al diseño, creación y restauración de alfombras, tapices y reposteros (reposteros son paños que muestran símbolos heráldicos o de casas nobles; pueden ser fabricados con la misma técnica del tapiz o con procedimientos de bordado). Muchos podrían pensar que su actividad ya se dejó de ejercer, pues los tapices dejaron de ser trendy hace muchos años atrás, pero la realidad es que, cuando entras en la visita guiada y ves a esos tejedores totalmente abstraídos, concentrados en su labor, sumergidos en un mar de canillas, hebras e hilos de infinitas tonalidades de color -y ves las auténticas maravillas que producen-, sientes que el arte de la tapicería aún vive para deslumbrar.
Esta forma de arte tan exquisita, se niega a desaparecer gracias a que, además, la Real Fábrica cumple una función fundamental en la conservación del patrimonio textil español, participando activamente en el desarrollo de procedimientos y tecnologías para la restauración de tejidos históricos.
Una labor artística incomparable
Asombra ver, en tiempos del «quiero esto ya», cómo un trabajo de entre 6 a 14 meses de duración (por metro cuadrado tejido) se convierte en una imponente obra de arte, para la que se necesita una formación artística y artesanal de casi 20 años -sí, leyeron bien: 20 años- en técnica textil, dibujo, tintes e historia de los tejidos. Como ven, los tejedores están formados integralmente en el arte del tapiz, pues conocen todo el proceso de fabricación, de punta a punta. En la Real Fábrica, además de tejer los tapices, también se tiñen las hebras en la Sala de Tintes de forma individualizada para cada proyecto, para lograr de esta manera dos cosas: la primera, los matices de colores exactos que los clientes requieren en sus encargos y la segunda, la óptima pervivencia de los colores con el paso del tiempo. Combinando la más moderna tecnología con la técnica tradicional de teñido manual, los materiales teñidos por la RFT garantizan calidad y larga permanencia (cualidades muy deseadas en un artículo suntuoso, de alto valor como es el tapiz). Este es uno de los motivos por los que la Real Fábrica de Tapices ha creado piezas para algunos Ministerios del Estado, el Congreso de los Diputados, el Senado, el Hotel Ritz Madrid, Hotel Palace Madrid, Hyde Park Hotel (Londres), Petroleum Club Houston, Lyford Cay Club Nassau Bahamas, la Catedral de Malta y el Hotel Georges V (París), entre otros.
Cómo se crea un tapiz
Un tapiz nace primero como un dibujo a escala real (que se llama «cartón») y que es la referencia que seguirá el tejedor durante su fabricación. Cuando el cliente da su aprobación al diseño, habiendo decidido sobre colores y materiales, se va al siguiente paso, que es el teñido individualizado del material. Como si de una foto de altísima calidad (con cientos y cientos de miles de píxeles) se tratase, un tapiz de la Real Fábrica siempre tendrá una alta densidad de tejido, para asegurar una imagen resultante nítida y con excelente nivel de detalle. Por supuesto, cuanta más nitidez, más trabajo se necesitará por parte del tejedor; éste, utiliza las canillas (esos lápices de madera que ven en las fotos) cargadas con finas hebras de lana y seda para traducir los matices pictóricos del cartón al lenguaje del tapiz. Lo mejor de todo este trabajo único ¿saben qué es? ¡Que pueden apreciarlo en directo durante una visita, ya que la RFT abre sus puertas al público con el objetivo de fomentar el valor artístico-histórico, tanto de los tejedores como de la institución! Así que, amantes del mundo textil, del color, de las sabias técnicas antiguas y del trabajo artesanal, ya saben: tienen una cita imperdible.
La Real Fábrica de Tapices, hoy
Cuando se habla de tapiz, es lógico que se vengan a la mente una imaginería barroca y antigua, pero la realidad es que la RFT desarrolla actualmente encargos privados en los que el cliente tiene, como mencioné más arriba, el poder de elegir colores, pero también materiales y diseños, sean éstos antiguos o más contemporáneos. Así, el arte del tapiz se mete en la modernidad al reproducir imágenes actuales en su propio lenguaje tejido, asegurando de esta forma su adaptación al presente y, por consiguiente, su permanencia en tiempos futuros.
Un breve paseo por el tiempo
Si las imágenes del post de hoy les produjo curiosidad por conocer en primera persona este recinto madrileño que guarda arte, sabiduría y verdadera pasión por esta labor, aquí les dejo el enlace a la página con información sobre visitas guiadas:
http://realfabricadetapices.com/museo/visitas-y-exposiciones-temporales/
Espero que les haya gustado conocer a la Real Fábrica de Tapices. Para mí ha sido como meterme en una asombrosa y creativa máquina del tiempo.
¡Nos vemos en el próximo post, aquí en In Pattern We Trust!